GLOBALIZACIÓN: la filosofía del cosmopolitismo

El fenómeno de la globalización encuentra su razón de ser en la filosofía del cosmopolitismo: el respeto a la variedad humana desemboca en la igualdad de todos los hombres en cualquier parte del planeta convirtiendo a cada ente en ciudadano del mundo; y en los preceptos morales perfectamente visualizables en los dibujos animados de Las Tres Mellizas. Lee correctamente el lector, y sin ánimo de emitir juicio de valor alguno, la lección de comportamiento que viene a dar este televisivo entretenimiento infantil no es otra que la de actuar razonadamente para obrar con corrección, bondad y rectitud.

El sistema filosófico-moral que permite la apertura de mercados, la perfecta movilidad de personas, y la convivencia pacífica, implica la directa y minuciosa elaboración de un régimen jurídico nacional, supranacional y transcontinental que sustente, y a su vez sirva de reflejo de los principios morales que siguen los preceptos del Bien para lograr un progreso social transdisciplinar.

Antes de pasar a ver los datos macroeconómicos que apoyan la teoría sobre la evolución moral de la persona a nivel global, se hace preciso destacar que el desarrollo del texto no lleva implícita la defensa de ninguna ideología (ni capitalista, ni tampoco comunista), la evidencia empírica resulta una base objetiva que permite afirmar que cuando el ser humano juega razonada y estratégicamente a conseguir un bienestar individual lo hace escogiendo la carta que necesariamente provoca una externalidad positiva para el conjunto social.

Lo vemos a través a la siguiente matriz de juegos:

Egoísmo bondadoso (racional)

Egoísmo emocional

Egoísmo bondadoso (racional) (20,20)

(-50,-30)

Egoísmo emocional

(30,-50)

(-40,-40)

Existe el instinto básico de querer lo mejor para uno sin pretenderlo para el resto (egoísmo innato, emocional). Sin embargo, cuando se hace uso de la razón y se reflexiona sobre qué es lo mejor, no sólo a término individual, sino a nivel de conjunto, se consigue llegar al equilibrio óptimo (20,20).

Ahora sí, analicemos la variación en las cifras de las variables que integran los dos primeros Objetivos Mundiales del Milenio: erradicar la pobreza extrema y el hambre y lograr la enseñanza primaria universal; así como, la evolución que dejan ver los datos de las horas trabajadas.

Pobreza extrema: Los datos proceden del Banco Mundial y de la ONU.

En los últimos 55 años el porcentaje de personas que vivían en condiciones de pobreza extrema (con menos de un dólar al día) se ha visto disminuido en 35 puntos porcentuales, pasando del 45% de la población mundial en 1981 al 10% en 2015. Esta buena noticia además es mejorada cuando observamos los datos de crecimiento de la población mundial. Para comienzos del siglo pasado, el ser humano veía extendido su terreno en 5.000 millones de personas. Para el año 2017 esa cifra se encuentra en torno a los 7.250 millones.

Erradicación del hambre en el mundo:

Según los datos de la FAO el porcentajes de personas en el planeta que no disponía del aporte energético mínimo, medido en kilocalorías, ha pasado del 19% en 1990 al 11%  en el año 2013.

Horas de trabajo:

Según el análisis de Sánchez de la Cruz (2017) se ha pasado de trabajar 2.230 horas por trabajador a 1.854 horas, desde mediados del siglo XX hasta la actualidad. Además, también nos dice que para los países de la OCDE la media de horas semanales ha disminuido en casi tres desde el año 2000 hasta el 2014, pasando de 39 a 36,8; todo ello gracias al aumento de la productividad de los trabajadores por su inversión en capital humano y a la incorporación de máquinas y recursos TIC que ayudan a un mejor desempeño de las tareas.

Educación primaria y secundaria:

Actualmente, el acceso a la educación es un derecho para todo ciudadano en el mundo desarrollado. Tanto es así, que sólo basta decir que en nuestro país la obligatoriedad de permanencia en el Sistema Educativo es hasta los 16 años.

A nivel mundial se han logrado numerosos avances pudiéndose afirmar muy orgullosamente que el 79% de la población mundial tiene acceso directo a la Secundaria, y lográndose en un 82% de los casos la escolarización en la Primaria según los datos facilitados por la ONU.

Más allá de los mefíticos vapores que el ladino instinto humano puede llegar a expulsar cual bomba nuclear, los datos arrojan evidencia real de que el hombre puede revestir de éxitos magníficos sus acciones, y esto no es sino algo objetivo.

Sara Reviejo Díaz:
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